Por ActionCOACH Diego Ruggiero
Confianza
La interacción social históricamente ha sido clave en el desarrollo humano. Dedicar tiempo a socializar, a conocer personas fuera del ámbito laboral y sus tópicos, es indispensable para desarrollar vínculos y confianza. El individuo vive entre necesidades exclusivamente propias y otras que están vinculadas con su entorno social.
“Repito que el grupo no es tonto. La gente siempre tiene el poder””.
Es importante trazar metas y objetivos que sean visibles, concretos, que no dejen resquicio a la ambigüedad. La persona que puede ver claramente a dónde debe llegar, qué debe conseguir, tiene una ventaja importante para conseguirlo. Generar un entorno de colaboración y de confianza ayuda a la consecución de logros.
Un individuo que vive en estas circunstancias tiene bajo nivel de estrés, sentimientos de realización profesional y personal. Además, una persona en estas circunstancias tiende a ocuparse más de ayudar a otros, confía en ellos, a pesar de conocerlos poco o desconocerlos.
“Ya no nos vemos unos a otros como personas; ahora somos clientes, accionistas, empleados, avatares, perfiles online, nombres en una pantalla, direcciones de correo electrónico y gastos a los que seguir la pista””.
Una persona que labora en ambientes adversos difícilmente piensa en ayudar a los demás, en contribuir al desarrollo de la empresa. De esta manera inicia una dinámica negativa que distancia al individuo del grupo y al revés.
No hay colaboración, no hay unidad ni compromiso. Solo hay egoísmo.
Carácter y liderazgo
La “abundancia destructiva” es el resultado de dar mayor importancia a la consecución de metas que a la protección de las personas involucradas en el tema. Esto sucede cuando los seres humanos, cegados por los resultados, olvidan qué era lo que los entusiasmaba en primer lugar.
“El liderazgo, el verdadero liderazgo, no es el baluarte de quienes se sientan en lo más alto. Es la responsabilidad de cualquiera que forme parte del grupo””.
La identificación con una tribu, cultura u organización implica la adopción de sus valores, historia, creencias, tradiciones y símbolos. Un individuo se define a través de la cultura en la que se reconoce. Un empleado que se sabe parte una empresa porta pública y orgullosamente símbolos de esta. Por todo esto es importante procurar la identidad de los empleados, antes que los resultados y la productividad.
Una empresa de gran carácter genera un ambiente en el que los trabajadores se saben protegidos por sus superiores y todos saben que sus similares también los respaldarán en cualquier situación. La debilidad de carácter empresarial ocasiona que cada trabajador sienta que depende de sí mismo para avanzar y que debe cuidar al mismo tiempo su espalda. Es importante fortalecer el carácter porque gracias a él es posible afianzar una organización, a pesar de que los resultados sean variantes.
El líder es quien marca la cultura de una organización. Es importante saber conducir un negocio, pero lo es más la calidad del ambiente y de los vínculos entre los empleados. Por ello, un líder no debe pensar en su éxito, poder o riqueza, esto solo lo lleva a convertirse en tirano. Un buen líder delega responsabilidades para otorgar poder de decisión, comparte lo que sabe, pregunta para aprender y vincula personas que pueden ayudarse a ser mejores. Ser un buen líder es una característica que tiene que ver con confianza, que implica responsabilidad, honestidad e integridad.
Un auténtico liderazgo procura que los vínculos entre las personas sean verdaderos. Para lograr esta meta, es indispensable que las personas digan lo que es necesario decir, lo que necesita escuchar el líder o su compañero de al lado. Sobre esta base es posible sembrar lealtad y confianza, carácter. La integridad es clave porque implica sinceridad, honestidad cuando no se está de acuerdo o cuando se ha cometido un error. La integridad es el cimiento de una organización. Los directivos que tienen su mirada sólo en el valor de las acciones de la organización, difícilmente podrán inspirar algo en los trabajadores. Los resultados inmediatos y un sano ambiente laboral no van de la mano. Podría decirse que el buen liderazgo se parece al ejercicio, en cuanto a que las mejoras que trae consigo son visibles en el mediano y largo plazo.
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